En las clases del profesor Jirafales, la Chilindrina y el Chavo generalmente coincidían en hablar bien de Pancho Villa y Emiliano Zapata. Los querían y, de alguna manera, sentían que ellos eran parecidos a Don Ramón.
El programa “El Chavo del 8” todavía se repite en varios países del sur del mundo y suele encontrarse en distintos ecos en la web.
Sus diálogos desafían el cinismo e invitan a pensar en que la humanidad todavía tiene esperanzas.
Sin embargo, miles de Chilindrinas y Chavitos deambulan buscando algo más allá de su tierra…
“-En diciembre de 1914, estando mi marido en la capital de la República, un día me envió un telegrama que decía: ‘Por tren de mañana te mando como 300 chamacos; arréglales alojamiento en la Escuela de Artes y Oficios’.
Como yo nunca discutí sus órdenes, inmediatamente di los pasos necesarios para cumplimentar sus deseos. Entrevisté al entonces director […] para que me ayudara en este asunto y de allí me fui a la fábrica de ropa La Paz, donde se hicieron colchonetas, sábanas, camisas y demás prendas de vestir; en los talleres de carpintería de la misma Escuela de Artes se hicieron los catres de campaña, se dotó a la cocina de batería y se proveyó la despensa de todo lo necesario…Tres días más tarde llegó la chiquillería […] Cuando mi marido regresó […] les hizo la primera visita, era conmovedor ver a aquel hombre fuerte, templado por las luchas, conmoverse ante las demostraciones de aquellos chicuelos, que tuvieron y tendrán para su protector palabras de gratitud y cariño”- contó Luz Corral, la compañera de Pancho Villa, uno de los máximos referentes de la revolución mexicana, la primera gran revolución del siglo veinte.
Distintas fuentes históricas señalan que en los tiempos de la insurrección comandada por Villa y Emiliano Zapata, había seis millones de niñas y niños en México, sobre una población total de aproximadamente 15 millones de personas.
En el presente, las niñas, los niños y adolescentes mexicanos suman casi 40 millones sobre una población total de casi 128 millones de personas.
Casi la mitad de las pibas y los pibes mexicanos está en situación de pobreza y el 63 por ciento de las chicas y los chicos menores de catorce años han sufrido algún tipo de violencia.
Ya no está Pancho Villa…
En marzo de 2021, la llamada patrulla fronteriza que custodia Estados Unidos informó que retuvieron a 18.663 chicas y chicos no acompañados.
Las agencias de noticias dicen que estas niñas y estos niños son entregados a “tutores” en Estados Unidos, “por lo general progenitores o parientes cercanos, mientras se estudian sus pedidos de asilo en las desbordadas cortes dedicadas a los temas inmigratorios”, sostienen esas fuentes informativas.
Agregan que “el enorme aumento de la cantidad de chicos que viajan solos, algunos de ellos de apenas tres años, ha provocado una gran sobrecarga en los centros de acogida de migrantes ubicados en el sur de Estados Unidos, donde a veces pasan más tiempo que los tres días como máximo que se supone deben estar allí”.
Casi 19 mil niñas y niños buscan atravesar la frontera y llegar a los Estados Unidos.
Una postal del mundo del presente, en medio de la pandemia y una cultura basada en la indiferencia y la perversión.
¿Qué pasará con cada una de esas nenas, qué pasará con cada uno de esos nenes mexicanos?
Ya no está Pancho Villa.
Solamente una frontera y un poder que no parece muy sensible a semejante éxodo de niñas y niños, de Chilindrinas y Chavitos.