Por Carlos Del Frade para la Agencia de Noticias Pelota de Trapo
– La tierra sin mal sufre varios males. El pueblo guaraní, desde Amazonas a las actuales geografías de las provincias de Misiones, Corrientes, Entre Ríos, Santa Fe y Buenos Aires, migraba en busca del lugar donde existiera la plenitud y la igualdad, el aguyje, como la llamaban, la tierra sin mal.
Un lugar no solamente físico y natural, sino político y cultural, en que cada una de las personas hiciera realidad los sueños de sus abuelas, de sus abuelos.
Memoria como sueño colectivo inconcluso.
Memoria como señal para el presente.
Memoria como idea y proyecto para los días por vivir.
Le llamaban, entonces, la tierra sin mal.
En la geografía física, tres mil años después, la dictadura de los negocios que imponen las multinacionales del cereal necesitan de la democratización impune de los venenos.
El resultado es la enfermedad, la multiplicación de los males en la tierra sin mal de los antiguos guaraníes.
Se enferman las pibas, los pibes, las abuelas, los abuelos, las madres y los padres.
Se enferman las tierras, las llanuras, los lagos, los ríos y el aire.
Sin embargo la resignación no es unánime.
Distintas organizaciones ecologistas luchan contra la inoculación de la indiferencia y las complicidades políticas.
El 4 de junio de 2019, en el marco del V Congreso Internacional de Salud Socioambiental, sesionó el llamado Tribunal del Agronegocio.
Sus conclusiones merecen difundirse y conocerse.
Son palabras que defienden la Tierra Sin Mal:
– Poner en el centro de las luchas el fortalecimiento de la organización comunitaria como base para la resistencia y la construcción social.
– Fortalecer las resistencias en los territorios en sus múltiples dimensiones (movilizaciones, vía legal, información y denuncia y las miles de formas desarrolladas localmente por nuestros pueblos).
– Desde los ámbitos científicos seguir avanzando con el legado de Andrés Carrasco de la Ciencia Digna como paradigma de construcción de conocimiento junto a los pueblos en un diálogo de saberes al servicio del Buen Vivir. Instamos a investigadores e investigadoras a que dirijan sus esfuerzos a la producción de conocimientos sobre la restauración ambiental causado por el modelo extractivista.
– Denunciamos la complicidad de los gobiernos, nacionales, provinciales y locales que, por favorecer el agronegocio, del cual son actores interesados, no cumplen con su obligación de precautelar los derechos de las personas y los pueblos. Exigimos que se tomen las medidas para sancionar cualquier actividad que atente contra los derechos humanos y de la naturaleza.
– La AgriCultura basada en los conocimientos ancestrales de nuestros pueblo y la agroecología, como nuevos paradigma en la producción de alimentos para la soberanía alimentaria y el fortalecimiento de la permanencia de los pueblos en sus territorios.
Finalmente compartimos algunas de las recomendaciones que surgen desde este Tribunal para seguir recorriendo estas Rutas por la Verdad y la Justicia:
– Extender el conocimiento y la difusión de los Derechos de la Naturaleza como nuevo paradigma para la construcción de una nueva sociedad.
– Enviar este dictamen a las diferentes Relatorias de las Naciones Unidas de Derechos Humanos.
– Promover la realización de denuncias legales y penales para los casos de afectaciones por agrotóxicos (utilizando en el caso de Argentina la Ley de Residuos Peligrosos Nº 24051).
– Crear una Biblioteca Digital en la Web de la Ruta por la Verdad y la Justicia parta poner a disposición documentación útil para la lucha del agronegocio.
– Fortalecer la difusión de apoyo desde el ámbito legal, técnico y científico a comunidades, organizaciones y redes.
Por todo lo expuesto celebramos la realización de este Tribunal contra el Agronegocio que fortalece la unión de los pueblos en la construcción de una civilización basada en el nuevo y antiguo paradigma del Buen Vivir que heredamos de nuestros pueblos originarios.
Firmaron el documento, Mary Murray – Australia, Susana Ramírez – Perú, Carlos Manessi – Argentina, Marielle Palau – Paraguay, Carlos Vicente – Argentina, Cristina Arnulphi –Argentina y Esperanza Martínez – Ecuador, como secretaria.
Una respuesta colectiva cargada de dignidad.
Una señal de esperanza para seguir construyendo, a pesar de los pesares y los negocios multimillonarios, la Tierra Sin Mal.