Un nombre sobre el cual alertábamos desde esta columna hace seis años atrás, en absoluta soledad. Y en 2016 informábamos que se estaba quedando con lo más grueso del negocio en la ciudad de Rosario y la zona sur de la provincia.
Las actuales investigaciones deben llevar nada menos que a lo más concentrado del poder económico de la ex ciudad obrera. Ese sitio donde el dinero se lava y multiplica, en el centro de otrora urbe obrera y ferroviaria.
Ya es hora de decir que en los barrios están las consecuencias de la impunidad de inversores y lavadores del dinero. Que la sangre derramada de pibas y pibes es el destino buscado de los que desvían la atención para que muchas y muchos crean que los negocios mafiosos tienen exclusividad en las calles de tierra y las casas de lata. Fenomenal hipocresía.
Alvarado hizo y deshizo porque lo dejaron hacer y deshacer. Desde nichos corruptos de las instituciones pero también desde las grandes empresas que suelen dar cátedra de moral y buenas costumbres.
Ojalá que el Ministerio Público de la Acusación empiece a tirar los hilos de los primeros descubrimientos y que aparezcan los nombres de los señores empresarios, los verdaderos responsables, junto a quienes miran para otro lado desde los sectores políticos y judiciales, de los dramas que se lloran en los arrabales de las grandes ciudades.
Desde el interior de una cárcel de la provincia, un condenado, ex socio de Alvarado, contaba así el inicio de la fortuna de este hombre en cuyo celular quizás esté el secreto de quiénes ganan mucho dinero con la muerte de las pibas y los pibes.
Así cuentan los papeles del viejo socio de Alvarado: “Sus comienzos fueron robos y compra de motos para el desguace. Siguieron los autos y camionetas. Entre los años 2001 y 2002 comienza su negocio con las drogas ya que los robos de autos, motos y camionetas pasaron a ser un complemento. Comenzaron las diputas con Medina por las zonas y arman una sociedad. Antes que Alvarado comience con la droga fecuentaba la jefatura de policía. Almuerzos y cenas, dos veces por semana con altos jefes de la policía. Ahí nace el arreglo con las fuerzas de seguridad. El “Oreja” Fernández (sicario) se encargaba de buscar el dinero de los bunker de zona norte y oeste”, sostiene.
“Matar gente de la competencia. Germán Tobo (“Reina Automotores”, “Lume”) varias veces le compró propiedades que eran del Lelo (el de la megaestafa), al igual que varios que comprábamos autos en “Reina”. Por otra parte, Marcelo Jaef también tenía en ese salón autos para la venta y para darle glamour al salón exhibía un Porsche Panamera color blanco, el único en Argentina de cuatro puertas”, indica.
Suma otros datos: “socios del cargamento a Portugal, Spadoni, Lelo, Jaef, Navarro, Medina, los demás ponían el nombre. Por cada kilo de cocaína terminado, el monto era 2.400 pesos y su venta al por mayor por kilogramo era de 7 mil pesos por kilogramo de cocaína común, cocaína de alta pureza terminada llegaba a 22 mil. Su venta por mayor, 45 mil pesos. Tenía que ser más de 20 kilogramos. Sin dudas el que manda a matar a Medina es Alvarado”.
Y termina diciendo: “Medina y Alvarado dan la orden de tiroteo al ex gobernador Bonfatti por desacuerdo con ellos”.
A pocos días de las elecciones que producirán el nuevo gobierno en la segunda provincia de la Argentina como es Santa Fe, es preciso reparar en estas palabras. Detrás de los nombres hay una forma de desarrollo feroz que adquirió el capitalismo en los últimos veinte años en estos atribulados arrabales del mundo.
De un lado, el negocio impune. Del otro, el drama de pibas y pibes matadores y asesinados.
Ya es hora de terminar con tanta hipocresía.
Fuente: Diario “La Capital”, viernes 7 de junio de 2019 –
“Balaceras, narcotráfico y política”, del autor de esta nota, Rosario, Santa Fe, 2019.