Los apuntes del mecánico asesinado

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 Carlos Argüelles fue asesinado en la tarde del lunes 6 de septiembre de 2021 mientras trabaja en su taller. Estaba acompañado de gran parte de su familia, su compañera y cinco chicas y chicos de distintas edades que hoy no tienen ingreso alguno después de los balazos que terminaron con la vida del mecánico. En la justicia, en la misma que esperaban sus nuevas declaraciones sobre las andanzas del narco Esteban Lindor Alvarado, dos fiscales acusaron a un muchacho de diecinueve años como el potencial matador de Argüelles.

Este asesino casi adolescente, según dijeron sus abogados, no sabe leer ni escribir ni terminó la escuela primaria. Los saqueos no tienen fondo. Los dolores que produce el sistema parecen infinitos. Hay similitudes en las historias estragadas de muchas personas que terminan siendo víctimas y victimarios. Mientras la ahora viuda de Argüelles busca subsidios para intentar empatarle al fin de mes y seguir con la vida de sus cinco hijos e hijas van apareciendo las palabras de Argüelles que ya había gambeteado dos intentos de asesinato. Escribía sus sentimientos en forma paralela que recordaba momentos bravos en su anterior relación con “el Esteban”.

-El silencio cómplice es y será siempre la primera arma que tienen los violentos – escribió en su cuaderno anillado.

“Ellos fueron peligrosos porque nosotros tuvimos miedo. Al final nadie queda impune. Todo tienen sus consecuencias”, agregaba.

Aconsejaba desde su posición de saberse perseguido: “Hay que asegurarse tiempo para las relaciones humanas. No se dejen robar la libertad. Eres libre solo cuando gastás tiempo de tu vida en aquellas cosas que te motivan sin joder a otros. La felicidad es también un poco de solidaridad. Le tengo rabia al silencio por lo mucho que sufrí. Que no se quede callado quien quiera vivir feliz. Ellos fueron peligrosos porque nosotros tuvimos miedo”, marcaba.
Hay datos, en esos cuadernos, de memorias que hablan o acercan pistas de viejos y no tan añejos asesinatos y hasta secuestros.

Durante años estuvo con Alvarado disfrazando autos robados, “emponchándolos”, según la jerga judicial y policial.

Alvarado, ahora preso en la cárcel de Máximo Paz, estaba dedicado al negocio de las autopartes robadas de vehículos de alta gama pero a partir de la primera parte del tercer milenio, junto a Luis Medina, otro “empresario” narco asesinado el 29 de diciembre de 2013, comenzaron a transitar los peligrosos y redituables caminos del narcotráfico, ese gran negocio paraestatal del capitalismo absolutamente consolidado desde los años sesenta junto al petróleo, las armas, los medicamentos y la trata.

Alvarado tuvo contactos judiciales, policiales y políticos que nunca llegaron a proteger a Argüelles ni a su familia. Ya surgirán esos nombres que juegan en la primera de la realidad santafesina.

Pero ahora son los apuntes del mecánico arrepentido por haber estado junto al narco asesino los que interesan para estas líneas.

-Un día dijimos nunca más. Pero no podemos luchar solos, necesitamos ayuda. Acá en Rosario aún prevalece un tipo de dictadura, la narcodictadura. Esta sociedad está sometida por estas personas que nos matan, nos desaparecen, nos torturan, nos roban…no tenemos paz. Pibe que se cruza en su camino, pibe que tuercen y desgracian, no sólo porque lo usan si no también desgracian a toda su familia porque van por todos y todas, no discriminan…- escribía Argüelles a fines de marzo de 2020 cuando ya estaba en vigencia la primera cuarentena como consecuencia de la pandemia.

Los papeles de Argüelles son el testimonio de una lógica perversa derivada de la impunidad del negocio paraestatal y mafioso del narcotráfico.

Su familia, ahora, espera que la cuiden mucho mejor que al mecánico.

Mientras tanto, el negocio continúa más allá de las penas y los olvidos.

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