- Por Carlos del Frade
El 6 de septiembre de 1991 se inició la nueva etapa del negocio paraestatal del narcotráfico en la ciudad de Córdoba cuando asesinaron al ex senador provincial Regino Maders. El lunes 9 iba a denunciar el transporte de cocaína y otras sustancias a través de las camionetas de la Empresa Provincial de la Energía de Córdoba que buscaban la mercadería a la zona de Los Gigantes y Tanti.
Esta información, según nos dijo en su momento Juan Maders, uno de sus hermanos, era conocida por el entonces gobernador Eduardo Angeloz y uno de sus principales amigos de entonces, el actual diputado nacional Mario Negri. Ninguno de los dos dijo mucho luego del asesinato, hasta hoy, cuando se cumplen treintaiún años del asesinato cometido por un exintegrante de la policía cordobesa durante el terrorismo de estado.
Treinta y un años después pocas personas de la familia Maders están con vida. La lucha contra la impunidad fue muy fuerte y dolorosa y ese desgarro las fue llevando una por una. Recuerdo a Juan y su infinita tristeza y dignidad, la sonrisa de Marta y la lucidez de Teresa, entre otras tantas existencias que subordinaron su suerte individual a la construcción de una justicia que nunca llegó.
Treinta y un años después el viento de la historia arrasó con aquella dignidad de la familia Maders y el negocio paraestatal del narcotráfico se lleva puesta la vida de cientos y cientos de pibas y pibes en todo el país. Nosotros elegimos no olvidar. Elegimos seguir denunciando que a Maders lo mató el reinicio del negocio paraestatal del narcotráfico luego del terrorismo de estado que había empezado de abril de 1978 con el desembarco de 200 kilogramos de cocaína en la zona franca de Bolivia en el puerto rosarino. Cargamento que fue recibido, entre otros, por el “almirante cero”, el tenebroso Emilio Eduardo Massera.
Por las hijas y los hijos de Regino. Por las hijas y los hijos de cada integrante de la familia Maders. Por las hijas y los hijos de cada familia argentina que intenta pelear contra un negocio impune. El caso Maders, 31 años después, todavía espera justicia.