Las Pastorales de Barrios Populares y de Drogadependencia de Rosario plantean a través de un documento que la desarticulación del tejido industrial, portuario, ferroviario y obrero provocó en los barrios agujeros negros de los surgieron los dos negocios del sistema: narcotráfico y armas.
- Por Carlos del Frade
Muchos chicos que compartieron el merendero de la parroquia con nosotros hace algunos años nada más, ahora se matan por dominar una esquina por vender drogas…- era el testimonio en el que coincidían dos sacerdotes que jamás se alejaron del destino de los crucificados del sistema, Edgardo Montaldo y Joaquín Núñez, a fines de los años noventa del siglo veinte. Aquellas frases determinaron que empezáramos a escribir un libro, “Ciudad blanca, crónica negra”, que se publicó en el año 2000, hace veintitrés años, cuando Rosario estaba destrozada por la multiplicación de la desocupación y la pobreza como consecuencia de la desarticulación del tejido industrial, portuario, ferroviario y obrero. En esos agujeros negros que aparecieron en los barrios surgieron los dos negocios del sistema: narcotráfico y armas.
Casi un cuarto de siglo después, sacerdotes comprometidos son los sectores populares de los barrios estragados rosarinos, sacaron un muy buen documento que fue acompañado por el mismísimo arzobispado.
Es necesario reparar en esas consideraciones porque no solamente son frutos de la reflexión si no de la experiencia de vida entre las propias comunidades.
Dice el texto: “Hace años que vemos políticas que maquillan a Rosario con una estética que adorna el Centro y los grandes bulevares en cada nueva gestión. Hoy el sueño de la ciudad turística fracasa como consecuencia del abandono que han vivido nuestros barrios donde viven los pobres y la clase media trabajadora con una infraestructura deficiente en el sistema eléctrico de iluminación, en lo sanitario, la limpieza, el transporte público, en su asfalto y sus veredas. Los rosarinos en su mayoría son personas de bien y solidarias que quieren progresar con su trabajo y construir una mejor ciudad. Pero hoy se ven obligados a migrar no sólo hacia el exterior del país sino también hacia las ciudades y pueblos vecinos en busca de una vida más segura”.
Agregan con precisión y profundidad que “se va constituyendo de modo incipiente un para-estado que no rota cada cuatro años y que en el tiempo se consolida en su estructura de poder y financiera, ofreciendo armas, abogados, protección y muchos otros recursos. Sin un gran acuerdo social y político, cualquier declamación de solución para lo que está pasando, que hagan los candidatos, es sólo un espejismo de campaña”.
Es imprescindible pensar en voz alta y colectiva sobre esta nueva mención a un para – estado que “no rota cada cuatro años”.
Es una observación política que los gobiernos no quieren ver, no quieren asumir.
Terminan denunciando que “es necesario salir del silencio hipócrita y acrítico que no problematiza los consumos. Silencia el Estado cuando lleva 25 años sin realiza campañas de prevención a través de los medios de comunicación, de las redes sociales, en el sistema de educación y de salud. Silencia el sistema financiero que se nutre y se enriquece sin tomar medidas que prevengan el lavado. Silencian los observatorios estatales y de nuestras universidades que no generan datos sobre todo lo referido a los consumos problemáticos y adictivos y a las consecuencias que producen en la salud y en la sociedad en su conjunto. Silencia la academia, no sólo cuando no capacita (en las carreras afines a la problemática) a los futuros profesionales para hacer frente a una de las principales problemáticas de la ciudad, sino también cuando no genera conciencia crítica al interior de su propia comunidad. Silencia la justicia cuando no fortalece sus estructuras federales y provinciales con cargos, infraestructuras y tecnología suficiente para investigar los entramados del poder corrupto público y privado. Tal vez la detención de unos pocos poderosos, prevenga que miles de pobres terminen llenando las cárceles, los hospitales y los cementerios. Silenciamos como sociedad cuando no hablamos en familia de lo que nos pasa, acerca de los consumos, sobre cómo, prevenir el abuso de psicofármacos y el uso de alcohol en los menores”, sostienen los integrantes de las Pastorales de Barrios Populares y de Drogadependencia.
Un necesario documento del lado de los crucificados del sistema, de los que siempre son las víctimas de negocios mafiosos impunes.
Fuente: Documento de las Pastorales de Barrios Populares y de Drogadependencia de Rosario, 7 de marzo de 2023.