El famoso balance del año 2019 de Vicentín deja más dudas que certezas. Repiten la idea que la causa del “estrés financiero” de la empresa fue el resultado electoral de las PASO de 2019, que se le impidiera vender el 33 por ciento de Renova a Glencore y fundamentalmente el decreto de potencial expropiación. Sostiene que durante 2019 perdieron 55 mil millones de pesos cuando los balances de sumas y saldos presentados en el concurso revelan que Vicentín ganó 847 millones de dólares. Agregan que las importaciones permitidas por el gobierno llevó a la firma a un muy difícil escenario, pero no explican por qué hicieron eso y no otra cosa. Y no hay ni una sola línea sobre fuga de capitales y depósitos en empresas off shore. Es indudable que la mayor preocupación que tiene la empresa es con los acreedores extranjeros y esa es casi una confesión de lo que buscan: vender la firma a un consorcio multinacional que, de hecho, era lo que buscaron con Glencore.
El balance de Vicentín reconoce una deuda de 290.365.000 dólares con el Banco Nación pero no dice nada de las 1.418 transferencias bancarias que los propios directivos de la empresa se hicieron a sus propias cuentas personales entre agosto de 2019 y enero de 2020, como bien dice el informe del fiscal Gerardo Pollicita. Es muy llamativa la pérdida del patrimonio neto en muy pocos meses. Tampoco hay allí un solo por qué al respecto.
Termina diciendo la memoria del balance de Vicentín, 2019, que “pese a la situación descripta la Sociedad ha continuado funcionando en prácticamente todas sus plantas, manteniendo los salarios al día y sin producir despido alguno, encontrándose en el proceso de negociación de nuevos contratos que proporcionarán trabajo para todo el ejercicio siguiente. Terminado en el corriente mes proceso de verificación e impugnación de créditos, el Directorio se abocará de lleno a reiniciar las conversaciones interrumpidas en haras de alcanzar un acuerdo que permita la salida de la situación concursal lo más rápido posible”. Es decir, en buen romance, no hay de qué preocuparse. Sin embargo hay que recordar que la empresa debe 1.350 millones de dólares a 1.733 acreedores, entre bancos y productores y tiene causas penales por varios delitos. Es una visión extraña, como si fuera una versión de Alicia en el país de las maravillas. El problema es que la realidad de Vicentín no es maravillosa. Está atravesada de impunidad y parece ser la síntesis de un proyecto político que apostó a lo financiero y al lavado antes de la producción y el crecimiento.
Otros puntos preocupantes del balance de Vicentín: la empresa se presenta con patrimonio neto negativo; los auditores presentan varias salvedades al cierre del texto; se confirma el drenaje de dinero hacia las sociedades relacionadas; en el rubro bienes de terceros (granos en los silos, por ejemplo), no hay nada, ni siquiera aparece, cosa que en el año 2018 si aparecían: una señal que los silos ya estaban vacíos cuando se declararon en estrés financiero y un apunte importante sobre que hay cesión de derechos de fasón y ventas a futuro. Cuestiones para estar atentos y ocupados por el fenomenal universo social que hay detrás de Vicentín.