Si el refugio donde nacía hubiera estado en Palestina, difícil que sobreviviera a las bombas del estado de Israel. Los tres reyes no hubieran podido ingresar ni con la Cruz Roja. Si se le ocurriera nacer en algún suburbio de la Argentina del tercer milenio, es posible que le toque al borde de un basural. Hoy los Herodes crecen y se multiplican.
Por Carlos del Frade
(APe).- Si María y José, habitantes de la segunda provincia más grande del imperio romano hace 2025 años, llamada Palestina, estuvieran buscando un refugio para intentar ser mamá y papá, sería difícil que lo encontraran bajo las bombas del ejército del estado de Israel.
Jesús, tal vez, sería uno de los miles de niños que morirían bajo semejante lluvia mortífera y multimillonaria en dólares.
Nunca olvidar que la industria de la muerte genera enormes negocios para los matadores. María y José, 2025 años después, no encontrarían con facilidad algún establo en pie.
Si Melchor, Gaspar y Baltasar llegaran con la intención de abrazar y mimar al recién nacido, 2025 años después, no podrían ingresar ni siquiera con la Cruz Roja ni mucho menos con la estrella de Belén que sería confundida con un dron palestino.
Los únicos reyes permitidos en esas tierras de Belén, Nazareth y sus respectivos arrabales son los que imponen el terror y quieren democratizar el miedo y el dolor.
Herodes sabría que su semilla está bien cuidada y multiplicada en el presente de esta cápsula espacial devastada por la irracionalidad de un sistema que explota irracionalmente cualquier persona, tierra o bien natural.
Si Jesús naciera en el sur del mundo, en un mapa de ríos ilimitados, altas montañas y selvas de oscuridades verdes de belleza inenarrable. Si se le ocurriera nacer en algún suburbio de las ex ciudades industriales de la Argentina del tercer milenio, es posible que le toque hacerlo al borde de un basural.
150 mil niñas, niños y adolescentes crecen a menos de 300 metros de un basural, de acuerdo a lo que se desprende de la Encuesta Permanente de Hogares del segundo trimestre del crepuscular 2025.
“Son chicos, tal como lo reveló un informe del Barómetro de la Deuda Social de la Infancia de la Universidad Católica Argentina que tienen más probabilidades de pasar hambre o saltearse la cena, abandonar la escuela o terminarla sin haber aprendido lo indispensable”, escribió la periodista Paula Soler.

La nota indica que “desde el gobierno nacional aseguraron que según la ley 26.061 de protección integral de los derechos de las niñas, niños y adolescentes, la responsabilidad primaria de esos chicos corresponde a los gobiernos provinciales, mientras que el estado nacional se limita a “ejercer funciones de rectoría” y en algunos casos de “financiación””.
Ya no es más verdad aquello que en la Argentina los niños son los únicos privilegiados.
Sin embargo la realidad y la metáfora de la Navidad salta de los almanaques, sean de papel o virtuales, para generar sensaciones, pensamientos o excusas para celebraciones o reuniones varias.
Aquella pareja, María y José, tozudos en defender el amor compartido, eligieron quedarse en el establo, en parir entre animales, clara imposición de los poderosos a condenarlos a vivir como animales.
Pero a pesar de semejante persecución y anuncio de destino de pesadilla, ellos, María y José, eligen rebelarse y pelear para defender el proyecto de amor que comparten. La gran metáfora de la navidad, rebeldía para que el amor enfrente a la muerte y al poder.
Las nuevas María, los nuevos José, ya sea en Palestina o en algún costado estragado de las ciudades argentinas, insistirán con lo que puedan, sabiendo que el sistema los considerará basuras, residuos de la fiesta privada de los que concentran y extranjerizan riquezas.
Pero así todo seguirán adelante. Porque si efectivamente los Herodes crecen y se multiplican, también se reproduce la indómita rebeldía de las personas que buscan un presente de dignidad y humanismo.
