Carlos del Frade aborda la represión en Jujuy y destaca el paralelismo entre la persecución sufrida por Martín Miguel de Güemes y Manuel Belgrano en el pasado, y la represión actual ordenada por el gobierno de Gerardo Morales.
- Por Carlos del Frade
Nunca le perdonaron ni a Martín Miguel de Güemes ni a su amigo Manuel Belgrano haber impuesto el fuero gaucho en las provincias de Jujuy, Salta y Tucumán.
El fuero gaucho otorgaba ciudadanía y derechos a cada persona que trabajara en las estancias del noroeste argentino. No se trataba de esclavos, si no de ciudadanas y ciudadanos. Fue una herida a los intereses dominantes.
Los dueños de las tierras y por lo tanto de casi todas las personas que vivían en ellas, condenaron a los dos. Belgrano terminó con grilletes en los pies en la misma tierra que lo había celebrado como Padre de la Patria y luego moriría pobre y olvidado. A Güemes, el 10 de junio de 1821, los integrantes de las oligarquías jujeña y salteña lo delataron y en su fuga lo hirieron y terminó muriendo el 17 de junio.
Ese mismo día pero en 2023, el gobierno de Gerardo Morales ordenó la represión contra el pueblo jujeño. Una coincidencia que remite a la matriz de dominación política que se sigue ejerciendo en el norte de la Argentina. Los intereses minoritarios que tienen la mayoría de los votos repitieron el castigo de clase que le habían impuesto a Güemes.
En cada denuncia que se conoce sobre la ferocidad de la represión de Morales no solamente puede ser un adelanto de lo que podría suceder a nivel nacional, si no que representa el reciclaje de los matadores de Güemes.
La represión violenta y muchas veces sin identificación también es una prueba de la fragilidad de la democracia de cuarenta años.
El protagonismo popular en distintos lugares del país será la mejor manera de cortar de raíz la vieja e inveterada costumbre de los sectores feudales de cercenar derechos sociales, humanos y laborales.
Hay que parar el reciclaje de los matadores de Güemes.